2.10.06

El síndrome de Los Gatos Negros II


El panorama no iba a mejorar después de que nos lamentábamos por el entusiasmo y luego de la desilusión de Los Gatos Negros. Sus pobres caras, su concierto de 2 horas y media que se redujo a 50 minutos. Me subí al auto, y como todo el día me costó hacerlo partir. Sabía que era un problema de bencina. Esperé unos instantes, volví a intentar y se lo hice saber al "Deledele". En eso llegaron a ayudar los que recién habían estacionado su auto. Abrió el capó del auto y le aporveché de decir el problema para que no malgastara su tiempo. "Yo soy técnico mecánico. Y que yo sepa estas máquinas funcionan con bencina". Jajajaja, "Qué estupidez la mía", pensé yo. Partimos con la Loreto entonces a buscar a la COPEC algo de bencina en un bidón que encontró aquel técnico mecánico en el suelo de esa calle mugrienta y chica. Alcanzó poca plata, el bidón no era muy grande. Cuando volvimos al auto, la Loreto empezó a echarle la gasolina desde el bidón, dándoselas de un chico bombero, mientras yo sujetaba la tapita de la bencina. Pero se derramaba hacia afuera. Triste situación, hasta que mi amiga se avispó (mientras yo me reía de esta otra situación insólita) y encontró una botella de agua mineral pisada hasta más no poder. El "Deledele" le echaba la bencina a la botella y la Loreto la echaba en el estanque. Después de varias cerramos el estanque y hacer marchar el auto. Y el motor se encendió: ¡Aleluya! Pero eso no era todo, pasamos a la misma COPEC y me pasó lo mismo que antes de ir a buscar a la Loreto, la estación era autoservicio, y yo no sabía cómo se hacía. Pero iba a tener que saber no más. Pero un buena gente me ayudó. Y todo bien por fin. El síndrome del gato negro había llegado a su fin, pero nada fue demasiado espantoso.

Síndrome de Los Gatos Negros I


Hace dos años que conocí a un grupo que se llaman Los Gatos Negros. Puro rock & roll del que me gusta a mí. ese de las raíces. En fin, me pareció primero volver oír a Ramires! pero después no. Y no era acústico. Estaba con la Loreto que cabecea hacia los lados, tomando Escudo y fumando unos cigarros. Eduardo, el vocalista nos dijo antes: "Que bueno que vinieron a este concierto porque va a ser súper especial. Vamos a tocar todo el repertorio con covers y todo. Serán dos horas y media. Estamos de cumpleaños". Sin embargo, fue especial no sólo por eso. En el público no faltó el jugoso que gritaba pegado al escenario cuánto amaba el rock & roll. Ya a la primera sonaba gracioso, y después queríamos que se callara. Porque si no le gustara el rock &roll no estaría en esta tocata. O ninguno de nosotros. Alcanzaron sí a interpretar una de John Lennon, bluserísima, "Yer Blues". Una más y llegó el administrador del local, encendió la luz, y empezó a recoger las botellas de cerveza. Ups. Una de las chicas del público la volvió a encender, pero él insistió y dijo que esto tenía que terminar. La gente empezó a pedirle que Los Gatos Negros cerraran la última canción y que pudiéramos comer la torta de chocolata que estaba dispuesta para la ocasión. Pero entre dires y diretes el local empezó a vaciarse. A mi lado estaba el bajista con su chica aclarando los hechos con el tipo de El tequila. Este señor jugoso se había robado una botella de vino. Guau. Bah. Miau. Todo mal. Esto era muy malo. Luego la chica del bajista le preguntaba a don Jugoso "¿Qué se siente cagar un carrete?"Y él muy cara de palo se defendía. Hasta se dio el lujo y la patudez de recitar poesía junto con Eduardo. Y él casi ni ahí, pero con una cara de decepción que te la compro. Se nos acercó a preguntarnos si nos gustó. Le contestamos que sí. Pero ya era hora de irse, ¿No? Luego más aventuras nos sorprenderían.