Fiesta Mishtica

Después de un día -o una tarde completa- arriba en las montañas cerca de Baños Morales-Cajón del maipo, fui con una amiga una tocata por ahí mismo. Para llegar, teníamos que seguir escalando. Después de 16 km no queríamos más guerra, pero igual subimos Al minuto de entrar al "local" escuchamos la palabra mística y una canción. Parecía de misa, pero no era de misa. Todos la cantaban. ¿Sería que estábamos en un pueblo perdido con sus propios héroes musicales? porque todos se sabían las canciones de memorias como si se estuvieran sanando las heridas, celebrando un rito, escuchando a Paul McCartney o qué sé yo. No fue sólo esa canción, fueron todas. Era la sensación. Las niñas bailaban como si fueran las fans, las groupies. Pero también cantaban las viejas, los adultos.

Esto no era sólo un hit. La vocalista cantaba himnos misales, aunque al sol y la pachamama; daba mensajes para conectarse con el amor, el corazón y la naturaleza. Creían en las fuerzas del universo y que pronto se convertirían en algo más. Creían que al estar en la montaña uno se siente el hermano chico del cielo. WTF. (Yo no me sentí así, mi amiga tampoco. Sólo pensé: "nunca había visto el cielo tan azul" o "no puedo creer que los uruguayos caminaran por las montañas y además con nieve y sin comida"). La proyección en Power Point intercalaba fotos del universo, animé, planetas, "diosas", imágenes celtas, invocaban a unos tales Silfos y Hopis. De repente esas que parecían fans hacían movimientos de meditación, daban vuelta los ojos como si estuvieran en trance. Todos aplaudían y coreaban. Extrañé la ciudad, el rock and roll y el desengaño. El desengaño vino al tiro. No era un grupo pop revelación en la punta del cerro. Pertenecían a una agrupación de ayuda, un grupo carismático y eran de Santiago, todos los que bailaban también. Muchos habían sido rescatados de la droga y el alcohol. Linda causa. Pero un tanto extremista. El mundo no es negro o blanco, queridos.