Tenía dos años, vivía en Viña y me operaron del ojo derecho. Y fui tuerta. A los 8, ya en Santiago, me dolía la guata y no iba mucho al colegio, teniendo así problemas de asistencia. Pero resulta que tipo 10 de la mañana me levantaba, me ponía una mini rosada, sintonizaba la radio Galaxia, la Tiempo, y la Concierto –en ese orden estaban en el dial, así que de esa manera las fui escuchando-. Desde ahí fui forjando un estilo bastante libre para bailar, y no seguía ninguna coreografía. Y eso hasta el día de hoy no lo logro.
Soñaba con estar en el curso de mi hermana y no en el mío. En tercero básico me metí a clases de guitarra. Me dijeron que tenía buen oído y siguiera el otro año, pero por seguir a mi hermana me metí a gimnasia donde no tenía ningún futuro. En todo caso, en vez de eso, en las tardes bailaba sola las canciones de la Xuxa en el living.
Pero fue al año siguiente que dejé el baile y me dediqué solamente a escuchar la música, la radio, y Los Beatles. Me fui a la casa de mis abuelos con mi prima, y oíamos todo el rato el Help! Y Past Master vol.2 (color blanco; el caset negro traía las primeras de ellos, todas iguales, en cambio el mío eran todas diferentes). El tata se paseaba por el escritorio maldiciendo esa música, que no la podía soportar, pero nosotras no nos aburríamos.
Me hicieron un examen a la vista que salió medio funesto, y me preguntaron por qué no usaba anteojos. Así que tuve que empezar a usar esos lentes bien redondos y grandes, pero delgados. ¡Ufff! (Al menos no eran poto de botella o para usarlos todo el tiempo). Por esos días ya tenía posters de John Lennon detrás de mi clóset y él también usaba. Mi mejor amiga, la Sole, me decía que parara de hablar de Los Beatles, -manía que no dejé hasta que a los 14 llegó MTV a mi tv cable-. Ahí, ya en otro colegio, amigas nuevas, que rallaban con los Guns’n Roses, y con Nirvana que acababa de desaparecer íbamos a todas las fiestas de colegio.
Para mi primer recital tuve que manipular a una amiga para que fuera. Yo iba con mi hermano grande y sus amigos de todas formas. Ella era súper moldeable en la música, se compraba los casets que todos tenían. Así que la puse a escuchar dos semanas mi varios de Fito Páez. Estuvo excelente. Después mi vida estuvo llena de recitales: Alanis Morissette, Bush, Smashing Punkins, y Green Day, que fue el último del colegio. En noviembre. Yo solamente quería salir de ahí para entrar a la Universidad. Yo quería hacer una banda con mi otra prima, que escuchábamos las mismas cosas, y era mi compañera en recitales. No le gustaba ensayar, y no tocaba bien guitarra- yo no era Mike McReady, pero en fin, ella quería llegar a la cima de una, siempre me animaba con eso, pero en realidad la Claudia no estaba ni ahí. Un día nos juntamos en mi casa y le dije que me acercara la letra para leer mejor. Y me dijo: “Maca que estai ciega, me di cuenta cuando estábamos tomando micro”.
Otra que me dijo algo parecido fue la doctora de la dirección de tránsito. Puso en el informe médico: monocular. Tuve que usar lentes de contactos, hasta que me los cambié por anteojos después de un tiempo. Ahí fui a ver a Roger Waters. Un amigo me dijo que fuera mejor con anteojos, sino no iba a ver el gran show parafernálico. Igual no vi nada, ni la pantalla grande. Pero el que sí vi bien fue el de Lemonheads. Fui sola. Con mis codos en el escenario disfruté uno de los conciertos más íntimos y buenos de mi vida, sólo por eso. A diferencia de ese concierto el esperado recital de Pearl Jam, -que fui con mi chico- me sentía viendo un DVD. Pero igual por momentos, era mejor hacerme la ciega y cantar no más. Can’t find a better band? Además estaba con la cabeza en otra parte. En que al día siguiente tenía que preparar el video para mi defensa de tesis, que era de Los Tres, ¿de qué podía ser si no de música?
Ahora me van a operar del ojo derecho. Espero que la mejoría no influya en mi buen oído.
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