
Me han publicado la semana pasada. Así como ven, no se cacha nada, así que hagan click en la foto, y después hagan zoom

Cuando volvimos al auto, la Loreto empezó a echarle la gasolina desde el bidón, dándoselas de un chico bombero, mientras yo sujetaba la tapita de la bencina. Pero se derramaba hacia afuera. Triste situación, hasta que mi amiga se avispó (mientras yo me reía de esta otra situación insólita) y encontró una botella de agua mineral pisada hasta más no poder. El "Deledele" le echaba la bencina a la botella y la Loreto la echaba en el estanque. Después de varias cerramos el estanque y hacer marchar el auto. Y el motor se encendió: ¡Aleluya! Pero eso no era todo, pasamos a la misma COPEC y me pasó lo mismo que antes de ir a buscar a la Loreto, la estación era autoservicio, y yo no sabía cómo se hacía. Pero iba a tener que saber no más. Pero un buena gente me ayudó. Y todo bien por fin. El síndrome del gato negro había llegado a su fin, pero nada fue demasiado espantoso.

Ups. Una de las chicas del público la volvió a encender, pero él insistió y dijo que esto tenía que terminar. La gente empezó a pedirle que Los Gatos Negros cerraran la última canción y que pudiéramos comer la torta de chocolata que estaba dispuesta para la ocasión. Pero entre dires y diretes el local empezó a vaciarse. A mi lado estaba el bajista con su chica aclarando los hechos con el tipo de El tequila. Este señor jugoso se había robado una botella de vino. Guau. Bah. Miau. Todo mal. Esto era muy malo. Luego la chica del bajista le preguntaba a don Jugoso "¿Qué se siente cagar un carrete?"Y él muy cara de palo se defendía. Hasta se dio el lujo y la patudez de recitar poesía junto con Eduardo. Y él casi ni ahí, pero con una cara de decepción que te la compro. Se nos acercó a preguntarnos si nos gustó. Le contestamos que sí. Pero ya era hora de irse, ¿No? Luego más aventuras nos sorprenderían.